Huevos saturados de bechamel con boletus
A veces me digo que cómo puede ser que no sea más simplista en mis explicaciones. Creo que tendría que aprender a sintetizar, pero por más que lo intento, no puedo. Al menos por este medio.
Si comparamos la explicación que tía Alia nos da de la receta que hoy os traigo para cumplir con el reto del mes de febrero ...
... con la que doy yo, creo que hay una notable, muy notable, diferencia.
Tía Alia, con 36 palabras, apaña el tema, ... que no lo soluciona. Y yo ... bueno, yo, prefiero no contar las palabras que he empleado, porque creo que mi frustración aumentaría por décimas de segundo.
La explicación que da tía Alia para la receta es la misma que daría tu madre o la mía si le preguntaras cómo hacer estos huevos saturados, con la salvedad de que tendríamos a nuestras madres bien cerquita para dado el caso de duda, preguntarles y resolver el conflicto en el momento. Pero no se da el caso de que tía Alia nos facilite un servicio de asistencia en la cocina de 24 horas al día. ¿No, verdad, Carmen? La pobrecita no está para estas historias, mucho me temo :(
Así que al final, yo, me enrollo como las persianas y os explico la receta como si fuera la primera vez que os enfrentarais a ella, aunque me consta, que al igual que yo, así habrá sido el caso para más de una, y de dos ...
Nunca había oído hablar de estos huevos, al menos fritos, porque en este mismo blog podéis ver otra versión:
cocidos. Y por lo que he podido comprobar, por la red circulan recetas de huevos a la Villaroy, huevos encapotados, o huevos empanados. Muchos recuerdan la recuerdan como una receta de infancia. A mi, mi madre, no me los hizo nunca :(
Por darle un punto sabroso a la bechamel, que va muy espesa, por cierto, la he enriquecido con un boletus, ¡y qué sabor, madre mía! He puesto a descansar el huevito sobre una lámina de morcilla y los he rematado en el horno, por eso de evitar ingerir más grasas que las necesarias.
¿Inconvenientes?
Pues sí ...
- Si hubiera empleado huevos de codorniz, que eran mi idea inicial, habría resultado más fácil manipularlos. Y al mismo tiempo, menos contundentes.
- Si hubiera frito los huevos, seguramente la yema no habría cuajado de igual forma que la de un huevo cocido. ¿Hay algo más pecaminoso que ver una yema de huevo chorreante pidiendo un trozo de pan a gritos?
... pero desde luego, muy ricos. Eso por descontado :)
Y ahora os explico cómo elaboré mi receta, pero no os olvidéis de picar en la puerta de
Tía Alia Recetas y hacer un recorrido por todas las propuestas de febrero, dulces y saladas.
Attention, dear readers :)
Ingredientes (Para 4 personas)
Para la bechamel espesa
- 1 boletus (unos 100 gr)
- 500 ml de leche
- 65 gr de mantequilla
- 65 gr de harina de trigo
- Nuez moscada
- Sal
Para los huevos
- 4 huevos tamaño "L"
- Pan rallado grueso
- 1 huevo batido para rebozar
- Aceite de oliva
- Sal
Para la lámina de morcilla
- 150 gr de morcilla de arroz
- 1 huevo
- 1 cda de harina de trigo
Además
- Un cortapastas de 7-8 cm de diámetro (opcional)
Elaboración
- Empezamos con la bechamel.
- Lavamos el boletus y lo secamos bien. Lo picamos en una brunoise muy finita y lo salteamos a fuego fuerte en una cucharadita de aceite de oliva. Retiramos a un plato y reservamos.
- En un cazo ponemos la mantequilla a fuego medio y cuando se haya fundido añadimos la harina. Removemos y tostamos para que pierda el sabor a crudo durante dos minutos. Añadimos la mitad de la leche y removemos enérgicamente con unas varillas para evitar la formación de grumos, aunque no pasa nada porque se formen; posteriormente la trituraremos. Vamos añadiendo el resto de la leche, removiendo. La bechamel comenzará a espesar. Cuanto más tiempo la tengamos al fuego, más espesará. Queremos una bechamel con una consistencia más espesa que la de unas natillas. Condimentamos con nuez moscada y sal al gusto. Retiramos del fuego y añadimos el boletus salteado y trituramos el conjunto. Lo llevamos de nuevo al fuego para que espese de nuevo, pues al incorporar el boletus, puede que la salsa se aligere.
- Forramos una fuente amplia con papel vegetal y formamos cuatro círculos del tamaño de un huevo frito con la bechamel. Dejamos enfriar.
- Freímos los huevos.
- Ponemos un dedo de aceite de oliva en una sartén pequeña para freír los huevos y los freímos uno a uno. Ya en el aceite no moveremos el huevo ni lo bañaremos con el aceite caliente. Cuando la clara esté cuajada y la yema aún de color naranja, retiramos el huevo a un plato protegido con papel de cocina para que absorba el exceso de aceite.
- Proseguimos de la misma manera con el resto de los huevos.
- Montaje de los huevos saturados.
- Ponemos un huevo sobre cada uno de los círculos de bechamel reservados y lo cubrimos con más bechamel. Dejamos templar y entonces introducimos la fuente en la nevera durante unas dos horas para que se enfríe por completo y poder manipular la masa bien.
- Transcurrido ese tiempo, procedemos con el empanado. Batimos un huevo y ponemos en un plato hondo el pan rallado.
- Con un cortapastas daremos una forma redonda más perfecta a los huevos. Los pasamos por el huevo batido y después por el pan rallado. Reservamos sobre una fuente de horno protegida con papel vegetal.
- Horneado.
- Precalentamos el horno a 200ºC. Vertemos un chorrito de aceite sobre ellos y los horneamos durante 25-30 minutos o hasta que estén dorados.
- De la lámina de morcilla.
- Batimos un huevo y deshacemos la morcilla sobre él. Aplastamos con un tenedor, incorporamos la harina y mezclamos.
- Ponemos la masa entre dos láminas de papel vegetal y la extendemos con un rodillo hasta adquirir un grosor de unos 2 milímetros.
- Horneamos a 200ºC a media altura, durante unos 20 minutos.
- Montaje.
- Ponemos una porción de la base de morcilla en el plato y sobre esta el huevo saturado.
Idea de la lámina de morcilla adaptada de la de maíz crujiente vista aquí.
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