Pretzels dulces con glaseado de naranja

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Aquí estamos de vuelta con el reto Bake the world y, como siempre, con un pan debajo del brazo. Ese dicho que nos augura una buena noticia viene muy en consonancia con el significado originario de los pretzels, nuestro pan del mes de febrero.

Como suele pasar cuando tratamos recetas que tienen muchos años de antigüedad, es difícil constatar su origen exacto. Cuentan, cuentan ... que allá por el año 600 fueron unos monjes que dedicaban su vida devota en tierras cercanas a la frontera entre el norte de Francia y el norte de Italia quienes crearon un pan para comer en los días de la Cuaresma y al que llamaron "pretiolas" o "pequeños premios" que recibían los niños que aprendían bien sus oraciones. La imagen del pretzel imitaba a un niño de brazos cruzados en pose de rezo.

Los pretzels adquirieron tales connotaciones religiosas que no en vano, se pensaba que los tres huecos que se forman en el cruce de la masa representaban a la Santísima Trinidad. Llegaron a ser un elemento tan importante en la religión cristiana que cuando en el siglo XVI llegaron a Alemania, en el día de Año Nuevo los niños lo lucían colgado de sus cuellos o lo colgaban del árbol de Navidad. En Suiza los recién casados ponían a prueba la durabilidad de su matrimonio tirando de cada uno de sus lados, y el lado más largo daba una idea de lo que podría durar ese matrimonio. Así que también se convirtieron en un signo de buena suerte.

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Cuando comenzó la colonización de América, grupos religiosos protestantes vieron en aquellas tierras la vía de escape para promulgar sus creencias y con ellos viajaron los pretzels. Hoy en día, son tan estimados en tierras norteamericanas que incluso le tienen concedido un día de celebración: el 26 de abril.

Sobre los pretzels en sí, y desde un punto de vista técnico, estos panes pasan por una breve cocción a base de agua y sosa cáustica, lo cual le da el toque dorado, brillante y crujiente característico del pretzel. A mi me imponía eso de cocerlos en sosa y fui de cabeza a sumergirlos en agua con bicarbonato, esto hace que ni su aspecto ni su textura sean iguales, pero están muy ricos en sabor, aunque la masa nos resultó un tanto seca y pesada de masticar.

Me decanté por unos pretzels blandos y dulces con una masa aromatizada y bañada en un glaseado de naranja. La masa es blanda y pierde esponjosidad con el paso de los días, pero me sorprendió el comprobar que al día siguiente no estaban más duros de lo que imaginaba. Hay también pretzels de masa blanda y salada, que se suelen tomar con mostaza y queso cremoso, y los hay crujientes, que habitualmente se toman con chocolate y yogur.

¿Y ahora pasamos a la receta?

Ingredientes (Para 6 pretzels)

Para la masa
  • 250 gr de harina de fuerza media
  • 5 gr de sal de mesa
  • 3,5 gr de levadura deshidratada
  • 20 gr de mantequilla ablandada
  • 1 cda de miel
  • 140 ml de leche a temperatura ambiente
  • La ralladura de una naranja de Naranjas valencianas Bea
  • 1 cdta de canela molida
  • 1 y 1/2 cdta de semillas de amapola
  • 1 y 1/2 cdta de semillas de alcaravea
Para la cocción
  • 2 litros de agua
  • 3 gr de bicarbonato
Para el glaseado
  • La ralladura de media naranja en tiritas
  • El zumo de 1 y 1/2 naranjas
  • 62 gr de azúcar blanquilla
  • 1/2 cdta de canela molida
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Elaboración
  1. Empezamos elaborando la masa. En un cuenco ponemos la harina, la sal, la levadura, la canela y la mantequilla y mezclamos con una cuchara de madera. Incorporamos la miel y la ralladura de naranja, y mezclamos de nuevo. Vertemos la leche poco a poco y una vez incorporada amasamos durante diez minutos hasta que la masa quede con un aspecto liso. Es una masa nada pegajosa y que se trabaja muy fácilmente. Separamos la masa en dos mitades iguales y a una mitad le añadimos las semillas de amapola y a la otra, las de alcaravea. Amasamos cada mitad por separado, les damos forma de bola y las dejamos reposar en recipientes separados y engrasados y los tapamos con film transparente en un lugar cálido (el microondas, por ejemplo) hasta que hayan doblado su volumen (unas dos horas).
  2. Transcurrido ese tiempo desgasificamos cada masa. Preparamos una fuente de horno y la protegemos con papel vegetal. Dividimos cada masa en tres partes de igual peso y comenzamos a trabajarlas para darle forma. Empezamos dándole forma de cilindro para pasar a darle forma de cuerda estirando desde el centro hasta los extremos de manera que el centro quede más abultado y los extremos terminen en forma de punta fina (fig. 1). Cada cordón ha de tener una longitud de entre 40 y 50 centímetros. Si notamos que la masa se va secando, nos humeemos un poquito las palmas de las manos. Le damos forma de U (fig. 2). Tomamos los extremos del cordón y los cruzamos uno sobre otro (una o dos vueltas) como abrazándolos (fig. 3) y luego los llevamos hacia el lado opuesto (fig. 4 y 5), donde los sentaremos humedeciendo los extremos con una pizquita de agua para que haga de pegamento. Colocamos el pretzel en la bandeja de horno y proseguimos con el resto de las porciones de la misma manera. Una vez que hayamos terminado de dar forma a todos, los tapamos con un paño de algodón y dejamos reposar media hora.Pretzel_collage
  3. Ponemos a calentar el agua con el bicarbonato y transcurrido el tiempo de reposo cocemos los pretzels en el agua una vez que este haya alcanzado el punto de ebullición. Los sumergimos durante 6 segundos y los retiramos a una rejilla para que escurra el agua. Blanqueamos el resto y dejamos reposar diez minutos. 
  4. Precalentamos el horno a 200ºC y horneamos los pretzels durante unos 20 minutos o hasta que estén dorados.
  5. Mientras vamos preparando el glaseado. En un cazo ponemos el zumo, 50 gramos de azúcar, la canela y la ralladura. Llevamos a ebullición y hervimos un minuto. Retiramos la ralladura colando el sirope y la reservamos. Devolvemos al fuego el sirope, añadimos los 12 gramos de azúcar restantes y cocemos a fuego medio alto hasta que haya reducido a la mitad y haya adquirido una textura espesa propia del sirope.
  6. Una vez que los pretzels estén horneados, los retiramos a una rejilla y aún en caliente los pincelamos con el glaseado y decoramos con la ralladura reservada.

Fuente de la receta: The Great British Bake off everyday, de Linda Collister. Ed. BBC Books
Fuentes de información: aquí y aquí



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Huevos saturados de bechamel con boletus

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A veces me digo que cómo puede ser que no sea más simplista en mis explicaciones. Creo que tendría que aprender a sintetizar, pero por más que lo intento, no puedo. Al menos por este medio.

Si comparamos la explicación que tía Alia nos da de la receta que hoy os traigo para cumplir con el reto del mes de febrero ...


... con la que doy yo, creo que hay una notable, muy notable, diferencia.

Tía Alia, con 36 palabras, apaña el tema, ... que no lo soluciona. Y yo ... bueno, yo, prefiero no contar las palabras que he empleado, porque creo que mi frustración aumentaría por décimas de segundo.

La explicación que da tía Alia para la receta es la misma que daría tu madre o la mía si le preguntaras cómo hacer estos huevos saturados, con la salvedad de que tendríamos a nuestras madres bien cerquita para dado el caso de duda, preguntarles y resolver el conflicto en el momento. Pero no se da el caso de que tía Alia nos facilite un servicio de asistencia en la cocina de 24 horas al día. ¿No, verdad, Carmen? La pobrecita no está para estas historias, mucho me temo :(

Así que al final, yo, me enrollo como las persianas y os explico la receta como si fuera la primera vez que os enfrentarais a ella, aunque me consta, que al igual que yo, así habrá sido el caso para más de una, y de dos ...

Nunca había oído hablar de estos huevos, al menos fritos, porque en este mismo blog podéis ver otra versión: cocidos. Y por lo que he podido comprobar, por la red circulan recetas de huevos a la Villaroy, huevos encapotados, o huevos empanados. Muchos recuerdan la recuerdan como una receta de infancia. A mi, mi madre, no me los hizo nunca :(

Por darle un punto sabroso a la bechamel, que va muy espesa, por cierto, la he enriquecido con un boletus, ¡y qué sabor, madre mía! He puesto a descansar el huevito sobre una lámina de morcilla y los he rematado en el horno, por eso de evitar ingerir más grasas que las necesarias.

¿Inconvenientes?

Pues sí ...
  1. Si hubiera empleado huevos de codorniz, que eran mi idea inicial, habría resultado más fácil manipularlos. Y al mismo tiempo, menos contundentes.
  2. Si hubiera frito los huevos, seguramente la yema no habría cuajado de igual forma que la de un huevo cocido. ¿Hay algo más pecaminoso que ver una yema de huevo chorreante pidiendo un trozo de pan a gritos?
... pero desde luego, muy ricos. Eso por descontado :)

Y ahora os explico cómo elaboré mi receta, pero no os olvidéis de picar en la puerta de Tía Alia Recetas y hacer un recorrido por todas las propuestas de febrero, dulces y saladas.

Attention, dear readers :)


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Ingredientes (Para 4 personas)

Para la bechamel espesa
  • 1 boletus (unos 100 gr)
  • 500 ml de leche
  • 65 gr de mantequilla
  • 65 gr de harina de trigo
  • Nuez moscada
  • Sal
Para los huevos
  • 4 huevos tamaño "L"
  • Pan rallado grueso
  • 1 huevo batido para rebozar
  • Aceite de oliva
  • Sal
Para la lámina de morcilla
  • 150 gr de morcilla de arroz
  • 1 huevo
  • 1 cda de harina de trigo
Además
  • Un cortapastas de 7-8 cm de diámetro (opcional)
Elaboración
  1. Empezamos con la bechamel
    1. Lavamos el boletus y lo secamos bien. Lo picamos en una brunoise muy finita y lo salteamos a fuego fuerte en una cucharadita de aceite de oliva. Retiramos a un plato y reservamos.
    2. En un cazo ponemos la mantequilla a fuego medio y cuando se haya fundido añadimos la harina. Removemos y tostamos para que pierda el sabor a crudo durante dos minutos. Añadimos la mitad de la leche y removemos enérgicamente con unas varillas para evitar la formación de grumos, aunque no pasa nada porque se formen; posteriormente la trituraremos. Vamos añadiendo el resto de la leche, removiendo. La bechamel comenzará a espesar. Cuanto más tiempo la tengamos al fuego, más espesará. Queremos una bechamel con una consistencia más espesa que la de unas natillas. Condimentamos con nuez moscada y sal al gusto. Retiramos del fuego y añadimos el boletus salteado y trituramos el conjunto. Lo llevamos de nuevo al fuego para que espese de nuevo, pues al incorporar el boletus, puede que la salsa se aligere. 
    3. Forramos una fuente amplia con papel vegetal y formamos cuatro círculos del tamaño de un huevo frito con la bechamel. Dejamos enfriar.
  2. Freímos los huevos.
    1. Ponemos un dedo de aceite de oliva en una sartén pequeña para freír los huevos y los freímos uno a uno. Ya en el aceite no moveremos el huevo ni lo bañaremos con el aceite caliente. Cuando la clara esté cuajada y la yema aún de color naranja, retiramos el huevo a un plato protegido con papel de cocina para que absorba el exceso de aceite.
    2. Proseguimos de la misma manera con el resto de los huevos.
  3. Montaje de los huevos saturados.
    1. Ponemos un huevo sobre cada uno de los círculos de bechamel reservados y lo cubrimos con más bechamel. Dejamos templar y entonces introducimos la fuente en la nevera durante unas dos horas para que se enfríe por completo y poder manipular la masa bien.
    2. Transcurrido ese tiempo, procedemos con el empanado. Batimos un huevo y ponemos en un plato hondo el pan rallado. 
    3. Con un cortapastas daremos una forma redonda más perfecta a los huevos. Los pasamos por el huevo batido y después por el pan rallado. Reservamos sobre una fuente de horno protegida con papel vegetal.
  4. Horneado.
    1. Precalentamos el horno a 200ºC. Vertemos un chorrito de aceite sobre ellos y los horneamos durante 25-30 minutos o hasta que estén dorados.
  5. De la lámina de morcilla.
    1. Batimos un huevo y deshacemos la morcilla sobre él. Aplastamos con un tenedor, incorporamos la harina y mezclamos.
    2. Ponemos la masa entre dos láminas de papel vegetal y la extendemos con un rodillo hasta adquirir un grosor de unos 2 milímetros.
    3. Horneamos a 200ºC  a media altura, durante unos 20 minutos.
  6. Montaje.
    1. Ponemos una porción de la base de morcilla en el plato y sobre esta el huevo saturado.

Idea de la lámina de morcilla adaptada de la de maíz crujiente vista aquí

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Solomillo de pavo con especias a la naranja

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Hacer la compra no es una tarea divertida, pero al menos sí de necesaria obligación. O más bien debería anteponer el hecho de que consume gran parte de nuestro tiempo a la idea de si es o no divertida. No sé si serás de la misma costumbre, pero soy de las que no compran todo en un mismo sitio, y así, todo el producto fresco lo adquiero directamente en el mercado, donde tengo un trato directo con quien atiende el puesto y sabe lo que necesito y cómo lo necesito cuando le hago una consulta; mientras que  el resto de los productos vienen del supermercado. Y esta tarea demanda mucho tiempo.

Hoy en día, el volumen de compras por internet cada vez es mayor. Esto se debe a que es un medio que nos ofrece confianza, porque podemos llegar a él desde cualquier punto, porque podemos comparar precios a golpe de click y porque nos ahorra tiempo, mucho tiempo.

Desde casa, desde el trabajo, desde el móvil, desde una tablet podemos hacer compras por internet de cualquier tipo de producto, y no ya únicamente ropa, libros, electrodomésticos, sino la compra de los productos habituales en nuestros hogares, y entre ellos también productos frescos.

Naranjas 

Cuando Naranjas valencianas Bea se puso en contacto conmigo para ofrecerme su producto no dudé ni un instante en aceptarlo. Esta empresa hortofrutícula vio en la venta por internet una vía de salida más para su producto. Sus terrenos, emplazados en las terrazas aluviales del Júcar, gozan de las condiciones climatológicas claves para lograr naranjas del tipo Navel de excepcional calidad. Este tipo de naranja es de las más dulces del mercado; este punto no es quizás el más llamativo a sabiendas de serlo, pero sí os diré que algo que me sorprendió es la jugosidad incluso de su piel cuando la rallé. Tanto las naranjas como las mandarinas, del tipo Clemenules, y que la empresa también distribuye, son de un dulzor sobresaliente.

Como ama de casa, y responsable de la compra que entra en mi casa, cuando compro naranjas o mandarinas tengo en cuenta que pesen, indicativo de que van bien cargaditas de zumo, que la piel sea fina, de poros pequeños, y libre de golpes, magulladuras o manchas.

La temporada óptima de las naranjas se extiende entre noviembre y mayo, mientras que la de las mandarinas es más corta porque termina en febrero. Por lo que su venta se centraliza en estos meses para garantizar la calidad y frescura del producto.

La atención de la empresa es tan directa que esperan al día anterior al envío para recolectar la fruta del árbol y que así te llegue lo más fresca posible.

Si quieres saber más sobre esta empresa, y especialmente sobre sus productos y condiciones de venta, visita su web: Naranjas valencianas Bea.

Con el zumo y la piel de sus naranjas he elaborado una rica, muy rica receta de solomillos de pavo que no te deja indiferente; te lo aseguro.


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Ingredientes (Para 4 personas)

  • 2 solomillos de pavo (unos 600 gramos) de venta en Mercadona
  • 1 cebolla cortada en juliana
  • 2 cdas de uvas pasas
  • 1 manzana pelada y cortada en brunoise (daditos)
  • 1 vaso de zumo de naranja
  • 1 vaso de caldo de pollo
  • La piel de la misma naranja rallada
  • 2 cdas de miel
  • 2 cdas de almendras crudas y peladas - si las tienes tostadas, mejor
  • 1 cdta de canela en polvo
  • 1/2 cdta de jenjibre en polvo
  • 1/2 cdta de cúrcuma
  • 1/2 cdta de nuez moscada
  • Pimienta negra molida
  • Unas hebras de azafrán
  • Aceite de oliva
  • Sal
Elaboración
  1. Cortamos los solomillos en tacos de tamaño bocado y los ponemos en un cuenco a macerar con el zumo de naranja exprimida durante al menos una hora. Cubrimos con film transparente y reservamos en la nevera. Transcurrido ese tiempo, escurrimos y reservamos el zumo.
  2. Ponemos una cucharada de aceite en una sartén y tostamos las almendras a fuego suave. Removemos constantemente para que se tuesten uniformemente. Retiramos a un plato y reservamos.
  3. Salpimentamos los taquitos de solomillo, y salteamos a fuego fuerte en la misma sartén en la que salteamos las almendras y con el aceite que quedó. Removemos constantemente. Una vez que se hayan dorado, retiramos a un plato y reservamos.
  4. En la misma sartén pochamos la cebolla muy suavemente, removiendo con frecuencia, y hasta que ha adquirido un tono ligeramente dorado - unos 20 minutos.
  5. Añadimos la manzana y rehogamos durante dos minutos, con cuidado de no deshacerla a medida que la removemos.
  6. Añadimos las especias, la ralladura de naranja, la miel, las uvas pasas, el caldo de pollo, el zumo de naranja, los taquitos de pavo y el jugo que haya soltado la carne mientras tanto. Tapamos y dejamos cocer a fuego medio-alto unos 10 minutos o hasta que el zumo haya reducido tres cuartas partes.
  7. Para servir, distribuímos las almendras tostadas sobre el plato de cada comensal. Riquísimo acompañado de arroz blanco, para aprovechar bien la salsa restante. 


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Arroz a la zamorana { Arroz regional }

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¡Bienvenid@s a un nuevo reto en la blogosfera!

Hoy, 11 de febrero, tijeras en mano, corto la cinta que inaugura un nuevo reto:


Si hace un mes Tía Alia Recetas y yo nos despedíamos de nuestro logrado reto con la pasta, hoy saludamos al que mantendremos con otro ingrediente del gusto de muchos: el arroz. Pero en este reto no caminamos solas, no. Nos moveremos al unísono con blogs por muchos de vosotros conocidos: Neus, de Cocinando con Neus, Paula, de Con las zarpas en la masa y Beatriz, de Sin salir de mi cocina, blogs de excelentes cocineras y mejores amigas. ¡Estoy encantada de compartir una aventura cocinillas con ellas! ¡Cuánto deseaba que llegara este día! Y me consta que no soy la única, ¿verdad, chicas? :D

La cita que teníamos Carmen y yo con la pasta, el día 11 de cada mes, se sigue manteniendo, aunque en este caso con el arroz. Cada mes una de nosotras cinco elegirá un tema en torno al cual girará nuestra receta. Beatriz es quien ha dado el pistoletazo de salida para inaugurar el reto de febrero proponiendo hacer un arroz regional, distintivo o no de nuestra tierra, pero no saliendo de nuestras fronteras, porque no faltan propuestas de arroz en un país con una gastronomía tan, tan rica como es la española; aunque ya nos llegará el momento de viajar por el mundo también.

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Arroz a la zamorana

El arroz que yo os traigo es un Arroz a la zamorana. He elegido este arroz porque es típico de la tierra de mis padres. Hace mucho, mucho tiempo que andaba detrás de hacerlo y me he encontrado que con el reto no podía hacerlo demorar más tiempo.

Este arroz es una bomba, literal, pero en varios sentidos. Una bomba por los ingredientes que se emplean junto al arroz, y todos provenientes de un animal en el que durante siglos se ha centrado la supervivencia de muchísimas familias: el cerdo. La matanza es una costumbre que ha ido perdiendo seguimiento con el paso de los años y que es tan propia de tierras castellano leonesas, al igual que de muchas otras. Mis recuerdos de infancia me llevan a esa cocina de verano que mi abuela materna tenía y donde centrábamos la elaboración de chorizos. Recuerdo cuando me tocaba lavar las tripas donde irían embutidos los chorizos y los salchichones, y qué repelús me daba :( . Recuerdo esos barreños de barro, enormes, donde se amasaba la carne con todas las especias. Recuerdo esos embutidos colgando de las cuerdas en una de las dependencias de la cocina de verano; y el estar pendiente de la humedad y de la dirección del viento que ayudaba, o no, a que los chorizos se curaran, aunque entenderéis que de esto se encargaba mi abuela, claro.

Ahora todas esas costumbres forman parte del recuerdo y estoy segura de que hoy en día me encantaría formar parte de esta experiencia.

Os decía que este arroz es una bomba, ¿y por qué más? Porque es un arroz exquisito, tremendamente exquisito. En casa nos quedamos con ganas de más, y no por hambre, si no por lo rico que está. Os puedo asegurar de que a pesar de ser típico de la tierra de mis padres, jamás lo había probado antes. Os podéis imaginar que lo siguiente que hice fue llamar a mi madre para echarle una "regañina" (desde el cariño) por no haberlo hecho nunca ;)

¿Y cómo se prepara esta exquisitez?

Ingredientes (Para 4 personas)
  • Media oreja de cerdo
  • Una manita de cerdo
  • 8 costillas de cerdo adobadas
  • 1 loncha grande de panceta fresca troceada
  • 1/2 cebolla + 1 cebolla para cocer las carnes
  • 2 dientes de ajo grandes
  • 240 gr de arroz de grano gordo
  • 650 ml de caldo de pollo, o de agua
  • 1 hoja de laurel
  • Aceite de oliva
  • La punta de una cucharadita de pimentón picante, y lo mismo de pimentón agridulce
  • Sal
Elaboración
  1. Empezamos cociendo la media oreja de cerdo y la manita. Las lavamos bien y las ponemos en la olla a presión convencional con una cebolla pelada y una hoja de laurel. Salamos al gusto y las cocemos durante una hora a partir de que comience a silbar. Colamos del caldo, dejamos enfriar y entonces cortamos las dos en trozos pequeños. Reservamos.
  2. En una cazuela ponemos una cucharada de aceite a calentar y doramos la panceta. Retiramos.
  3. En el mismo aceite doramos las costillas por todos los lados. Retiramos.
  4. En el aceite sobrante pochamos la cebolla picadita en brunoise a fuego suave, junto con los dos dientes de ajo enteros y sin pelar. Removemos de vez en cuando. Tras unos cinco minutos, añadimos el arroz y lo rehogamos durante un minuto. Añadimos los pimentones, removemos y seguidamente añadimos todas las carnes. Vertemos el caldo, o el agua, y cocemos a fuego vivo durante ocho minutos. Transcurrido este tiempo, bajamos la potencia del fuego y dejamos cocer hasta que el arroz esté cocinado y en su punto. En total unos 15 minutos. Apagamos el fuego, tapamos y dejamos reposar durante cinco minutos antes de servir.
¡Qué ganas más grandes tengo de ver lo que han cocinado mis amigas! … y también las vuestras :)

¿Vamos a verlas? 
¡Nos vemos el próximo 11 de marzo con una nueva receta de arroz!

¿De qué será, seráááááaáá? :)




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Croquetas de arroz con leche

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Croquetas de arroz con leche

  "Que sepas que has comido una parte de la historia gastronómica de mi familia y eso me enorgullece mucho".

Eso fue lo que me dijo la persona  a la que se debe la autoría de la receta de estas croquetas de arroz con leche. Por muchos de vosotros son conocidas las raíces culinarias de uno de los recetarios de mayor renombre de la blogosfera: el de la Tía Alia. Esta receta no se encuentra dentro de ese precioso y preciado tesorito. En la entrada en la que Carmen nos explica cómo hacer estas croquetas además nos cuenta que siendo niña, era su abuela quien las hacía, y también cómo desaparecían sin miramientos siempre que llegaba una bandeja de ellas a la casa de sus padres.

En cuanto me enteré de la existencia de esta receta en el blog de Carmen, tardé nada y menos en ir al blog, buscarla y hacerla. Y es que el arroz con leche es nuestro postre de cuchara favorito. Pero es que  solo con pensar en el olor que inundaría la casa y lo que disfrutaríamos comiendo esas croquetas era suficiente para no esperar al día siguiente a hacerlas.

¿Y vosotros? ¿Podréis esperar al día siguiente a hacer esta delicia? No tardéis. No os defraudará.

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Recetas de arroz con leche

  Ingredientes
  • 1 litro de leche
  • 150 gr de arroz
  • 100 gr de azúcar
  • 1 cdta de esencia de vainilla
  • La parte blanca de la piel de un limón 
  • 1 rama de canela
  • 1 huevo
  • Pan rallado grueso
  • Azúcar para espolvorear
  • Canela en polvo para espolvorear
  • Aceite para freir
Ingredientes

  1. En una cazuela ponemos la leche, el arroz, el azúcar, la esencia de vainilla, la piel del limón y la rama de canela. Llevamos a ebullición, y una vez llegado a ese punto, bajamos el fuego y coceemos al mínimo durante una hora o hasta que haya comenzado a espesar. El arroz requiere que lo remuevas con cierta frecuencia para evitar que se pegue al fondo de la cazuela.
  2. Retiramos la rama de canela y la piel de limón y vertemos el arroz sobre un recipiente para que se enfríe. Tapamos con film transparente para evitar que se forme una capa seca sobre el arroz. Una vez frío, guardamos en la nevera.
  3. Para comenzar a trabajar las croquetas preparamos un plato con el pan rallado, otro con el huevo batido y ponemos el aceite a calentar. Tomamos pequeñas porciones de arroz, de un tamaño aproximado al de una nuez, damos forma de bola, pasamos por el huevo, a continuación por el pan rallado y freímos en el aceite a temperatura alta. Se fríen con mucha rapidez, así que es conveniente no perderlas de vista y darles la vuelta inmediatamente para que se doren uniformemente. 
  4. Retiramos sobre papel de cocina para que absorban el exceso de aceite y en caliente, rebozamos en azúcar blanquilla y espolvoreamos con un poco de canela en polvo.
Notas
  • Resulta mucho más apetecible tomar estas croquetas en templado que en frío.
  • Si no vais a tomarlas todas de una vez, os recomiendo no dorar mucho las croquetas y darles un golpe de calor en la sartén en el momento en el que vayáis a tomarlas posteriormente, así el rebozado no perderá su crujiente.








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